BAJA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN EN EL TDAH
La mayoría de los seres humanos experimentamos cierta
frustración cada día, ya que es natural que los obstáculos interfieran en
nuestros planes y objetivos. Sin embargo, no es la presencia de la frustración
la que nos hace sentir mal, sino nuestra actitud hacia ella.
Hasta hace muy poco, se mantenía el concepto de que la
frustración era negativa para los niños y que, por lo tanto, todo lo que se
hiciera para evitarla era altamente recomendable.
Por el contrario, hoy en día se
considera que es necesario algún nivel de frustración para la formación del
carácter en el contexto de un crecimiento emocional sano, que permita un manejo
asertivo de la realidad adulta.
¿QUÉ ES LA
FRUSTRACIÓN?
Se refiere a la vivencia emocional ante una situación
en la que un deseo, un proyecto o una necesidad no se satisface o no se cumple.
Cuando decimos que una persona tiene tolerancia a la
frustración, internamente lo que tiene es un grado de fortaleza y cierto
equilibrio interior que le permite continuar desarrollándose, a pesar de la
frustración, y utiliza recursos emocionales propios para aceptar el hecho,
manteniendo una posición positiva y activa en relación con las circunstancias
del entorno. De esta manera, necesitará de una frustración muy alta para que se
muestre o descargue agresividad hacia fuera o hacia sí mismo (autoagresión), se
asuste o se deprima.
Así, cuando decimos que un niño/a tiene baja
tolerancia a la frustración ante una situación mínima o pequeña, se asusta, se
enfada y se muestra hostil, se pone triste o se desmotiva en su trabajo.
Algunos niños/as tienden a desanimarse pronto y,
cuando se les obliga, reaccionan con comportamientos desadaptativos: llantos,
rebelión, negativismo, etc. Pueden adoptar una postura de total negativismo
hacia el trabajo escolar, rebelándose frente a la autoridad del maestro/a.
Otros niños/as expresan su rabia encerrándose en sí mismos, estrujando los
papeles, rompiéndolos o mostrando una actitud mucho más agresiva. El colegio
debe ser un lugar estimulante y el aprendizaje debe ser un proceso positivo, no
un generador de grandes presiones. Sin embargo, cuando las expectativas de la
escuela no están sincronizadas con las aptitudes del escolar, o cuando un
niño/a que normalmente se las arregla bien muestra signos de frustración,
significa que algo está interfiriendo.
La forma en la que el niño/a percibe esa frustración, incrementada
en ocasiones por la presión que se ejerce sobre el niño/a, es la que
determinará el nivel de insatisfacción. El problema nace de nuestra actitud
ante la frustración, no de la presencia de la frustración en sí. La forma en la
que el niño perciba esta frustración es la que va a determinar cómo va a
sentirse cuando se encuentre bloqueado al querer alcanzar esa meta. Sin
embargo, recordemos que los niños/as con TDAH tienen muchas experiencias de
fracaso a lo largo del día. Aunque, si en el seno familiar, evitamos al
niño/a todas las situaciones de insatisfacción, el niño/a no tendrá el
entrenamiento necesario para manejar la frustración y bastará la mínima
experiencia frustrante para sentirse desbordado.
Lo positivo es que se puede enseñar al niño/a a
controlar y a tener una respuesta más adecuada ante situaciones que
habitualmente le producen esa frustración. Se puede aprender a tolerar mayores
retrasos en el deseo y en la gratificación del mismo, esto es, la sensación
placentera que surge cuando lo conseguimos. Cuando un padre o madre corre a
darle al niño/a inmediatamente lo que demanda, está interfiriendo con un muy
importante proceso de aprendizaje, que es aprender a retrasar la gratificación,
tolerando la frustración.
Lo negativo es que los niños, niñas y adolescentes con
TDAH tienen una dificultad para inhibir y regular sus emociones, y las viven de
manera sobredimensionada. Lo mismo ocurre con la frustración, manifestándola al
exterior y con mucha intensidad cuando las cosas no salen como esperaban.
Además, por su déficit en dopamina, no gestionan bien el tiempo: la espera y la
demora. Por ello, necesitan que las consecuencias sean inmediatas, sobre todo
las gratificantes, rechazando su demora, aunque consiguieran premios mayores si
esperaran. Estos niños/as tardarán más tiempo en aprender a manejar la
frustración, pero debemos entrenarles.
Si cada vez que encuentran un obstáculo
hacia una meta, se les anima a manejar la situación por ellos mismos, y
permanecemos vigilantes para enseñarles cómo hacerlo si no lo consiguen, se les
está ayudando a desarrollar la tolerancia. Además también se les enseña a
postergar la gratificación inmediata y a poder conseguir una meta a largo
plazo.
CUESTIONES A TENER EN CUENTA
- ¿Tiene el niño/a un horario
demasiado repleto? Examine las tareas que
realiza, para determinar si le permite recuperarse de una tarea a otra.
- ¿Es el niño/a demasiado
perfeccionista? Algunos tienen objetivos
poco razonables; otros no saben pedir ayuda o tienen miedo a pedirla.
- ¿Puede el niño/a identificar su
frustración? Si no comprende qué le
está afectando, el maestro/la familia deberá mostrarle cómo identificar
sus sentimientos y cómo expresarlos de manera apropiada.
- ¿Estamos exigiéndole demasiado? Debemos tener en cuenta sus capacidades.
- ¿Tiene el niño oportunidades
para el éxito? Alterne tareas difíciles
para el niño con otras más fáciles que le hagan obtener éxito seguro.
RECOMENDACIONES GENERALES
- Ser un buen ejemplo en casa. Si en casa ve conductas similares seguirá con
el mismo patrón de comportamiento. Los niños aprenden a imitar lo que ven
en casa.
- Enseñarle a identificar el
sentimiento de frustracióncuando
aparezca. “Estás enfadado porque no has hecho bien esta resta. Intenta
hacer otra, tómate más tiempo”.
- Empezar con pequeños pasos, con metas pequeñas. Esto le animará a seguir
superándose. Además, hay que ser paciente…
- Dejar que el niño/a haga el
esfuerzo y lo intente por sí mismo. Fomentar la autonomía
del niño/a en la resolución de problemas, ayudándole en la medida de lo
posible, pero propiciando autonomía en el afrontamiento con la realidad.
- Enseñarle a pedir ayuda. Mientras algunos niños/as, por diferentes
motivos, tienen dificultad para pedir ayuda, otros/as la piden de
inmediato y reiteradamente. Debemos enseñar al niño/a a encontrar primero
la solución, planteando, de manera muy sencilla, las diferentes opciones y
eligiendo la que considere más adecuada según las posibles consecuencias.
Ya sabemos la dificultad que tienen los niños y niñas con TDAH para prever
las consecuencias y para clasificar los elementos siguiendo el criterio de
importancia pero, por esa razón, debemos entrenarles en estas situaciones,
haciendo que sigan un cuadro de autoinstrucciones. Teniendo en cuenta que tienen estas dificultades,
debemos enseñarles también a pedir ayuda y a esquivar, en la medida de lo
posible, esa frustración: “¿Qué podrías hacer en lugar de enfadarte o de abandonar?”.
- Modificar la tarea. Enseñarle una forma alternativa de alcanzar el
objetivo. Cuando sea posible, enseñarle a dividir la tarea en pequeñas
partes, realizándolas de una en una. Las partes más pequeñas les resultan
más fáciles de manejar y de finalizar, aumentando su autoestima por los
logros conseguidos.
- Reforzar al niño/a cuando se
acerque a “tolerar la situación”;
aunque no lo consiga, reforzar el intento. Elogiarlo cuando utilice
estrategias apropiadas. Establecer un sistema de recompensas para
reforzarlo. Ignorar cuando aparezcan comportamientos de baja tolerancia a
la frustración.
- Reforzarle en las actividades
que se le dan bien, para aumentar su autoestima
al comprobar que también puede conseguir logros. Minimizar las tareas
menos importantes en las que es más torpe.
- Ayudar al niño/a a aceptar lo
que no puede cambiarse.
- Enseñarle a aceptar las
críticas de los demás (de los compañeros del colegio, sus
hermanos, etc.) explicarle que le ayudan a mejorar; como ocurre en el
cuento del “Patito feo”, todos tenemos la posibilidad de convertirnos en
cisne.
- Jugar al role playing. La traducción literal de “role playing” es
juego de interpretación de papeles. En esta dramatización se simula la
situación y sus objetivos son la resolución de conflictos y la toma de
decisiones, entre otros asuntos. En este caso, se representa la situación
frustrante como si fuera real, planteando las diferentes opciones para
solucionarlo. Debemos animarle a que hable consigo mismo, en voz
alta, de forma positiva, y a que busque una manera de resolver la
situación.
- Reforzar su identidad. Cada persona es diferente y ser distinto no
significa ser peor. Esto es especialmente importante en el colegio si no
se siente aceptado por sus compañeros/as..
- Fomentar las técnicas de
relajación para niños/as, ya
que son útiles para disminuir las situaciones de frustración en la
infancia.
- Poner reglas y mantener la
autoridad. Los niños necesitan límites
claros, firmes y coherentes por parte del padre y de la madre, y de sus
profesores/as. Un niño sin límites es un niño frustrado y descentrado.
Para afianzar su personalidad necesita saber qué se espera de él en
cada momento.
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